viernes, 19 de agosto de 2011

Mi tragedia de caca

Copio y pego un elegante artículo que me encontré por los avernos donde usualmente paso mis días en internet, lo copio porque siento total y absoluta simpatía con el autor, ya que padezco la misma desgracia:


La vida es una puta, hermanos. Un día eres feliz, miras al horizonte henchido de optimismo y ganas de vivir, de comerte el mundo, y al siguiente día estás hundido en el pozo más profundo, en un pozo de humillación y miseria. Todo lo que sube baja. Todo lo que un día fue lozano y sanguíneo, al cabo de los años se vuelve decrépito y frío. Para eso estamos aquí.

Le estuve comentando esto a un conocido al que le han diagnosticado cáncer de colon.

-Ya sé que crees que no tengo ni idea de por lo que estás pasando ahora en estos momentos, pero créeme, lo sé.

A continuación le conté la historia que os contaré a vosotros. Son palabras que durante mucho tiempo he reprimido en lo más hondo de mi ser, y no es poco lo que me cuesta expresarlas.


Todavía me acuerdo de esos años felices en los que cagaba limpio. Sí, como lo oís. Limpio. Era sencillamente feliz. Entraba tan campante en el baño, silbando, entonando canciones populares de letras sanas y fanfarronas. Me sentaba en el váter y soltaba un ñordo de medio metro de eslora, todo un espécimen de primera calidad. Luego, por puro protocolo, me pasaba el papel higiénico por la raja. Lo sacaba del gujero, me lo plantaba frente a mi cara y lo ojeaba con una sonrisa de mejilla a mejilla, al comprobar que estaba limpio como una patena. Blanco refulgente. Podría haber pasado la lengua, y no habría estado comiendo lentejas. Señores, esto era vida, ésta fue la época de mi juventud, que se justificaba a ella misma, que era inocente y risueña e inconsciente de su finitud cual Zapatero en el 2004. ¿Qué me podría haber parado entonces? Avanzaba hacia el futuro con la fuerza y la determinación de un ejército invicto, y con un culo sin manchas de caca.

Esta época pasó. Hace tres meses esta dicha se esfumó. Digo dicha a pesar de que no supe que la tenía hasta que la perdí. La desgracia llegó poco a poco. Al principio, al pasar el papel veía una pinceladita marrón, nada de lo que preocuparse. Hoy, cada vez que me siento a cagar, tengo que sufrir durante minutos enteros pasando por mi ojete árboles y árboles de papel higiénico intentando retirar las toneladas de mierda enredada entre la pilosa vegetación y las lomadas cordilleras de mis nalgas. Estoy por ir al médico a encargar un estudio del caso, porque no cabe duda de que algo ha debido de cambiar desde la situación anterior a la actual. Entre las posibles causas, cito:

-Un posible reblandecimiento de la textura de la caca, que, en su paso entre las nalgas, pierde material externo.
-Un aumento del volumen de las nalgas, que al igual que la máquina de los espaguetis de play d'oh se manchan y luego has de cagarte en sus muertos limpiando.

Para descartar la última opción, he decidido cagar intentando separar las nalgas todo lo posible, de modo que la caca no las roce. Deberíais verme cual mariposa con los brazos en aplastándome las manos entre taza y nalga. Pero nada. Ya he descartado que estén siendo una variable en esta tragedia personal. Queda la primera opción: el reblandecimiento de la textura de la caca. Pero al no disponer de una caca antigua, o al no haber previsto en su momento y no haber hecho los estudios pertinentes, no puedo llevar a cabo una comprobación científica.

Todo esto para decir que estoy condenado a sufrir en silencio toda esta mierda, nunca mejor dicho. Mientras le contaba esto al enfermo de cáncer de colon, las lágrimas me brotaban. Ahora me siento mal al pensar que quizá lo ofendí al minimizar su problema exponiéndole el mío, que como problemón no tiene parangón. Vosotros os podéis reír. Pero no sabéis, porque no tenéis ni puta idea, no sabéis, sabandijas descorazonadas, lo que es temer el momento de ir al váter, porque sabes que tu caca se va a hacer más pedazos en su camino al váter que un meteorito de pequeño tamaño cruzando la atmósfera a velocidad punta. No sabéis lo que es tener que gastar medio rollo de papel higiénico cada vez que cagas, y que cada nuevo trozo que pases por ahí abajo termine más marrón que un hindú.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Diatriba contra los estereotipos 1

Me harté! si, me tiene hasta los cojones la gente en general, pero puntualmente una de las cosas que menos soporto últimamente es ésta puta fábrica de clones, ésta cadena de montaje de pseudopersonas que son la copia, de la copia, de la copia, de la copia, y que en cada versión nueva no hace más que corroborar el nivel de estupidez colectiva en el que estamos sumergidos en éstos tiempos de comidas light y redes sociales. Ésto del "multiculturalismo" y la "diversidad" no ha engendrado más que una nueva sub-especie de zombies totalmente adictos al culto a la apariencia y a sentirse identificados y catalogados dentro de algún grupo social en pro de llenar la cantidad incontable de vacíos personales, traumas psicológicos y taras mentales que albergan sus miserables existencias.

Para ésta primera entrega quiero empezar por éstos "indies" raritos de anteojitos de pasta negra, pantalones ajustados hasta la castración y camisetas escotadas y a rayas horizontales, es decir, éste tipo de hijos de puta:

Si, soy muy cool y escucho Arcade Fire y St. Vincent

Éstos muchachitos de papá y mamá son toda un tribu de payasetes que van de listillos por el mundo posando de alternativos, asisten a performances de artistas putapénicos, escuchan todo tipo de música que tenga etiquetado por algún lado alguna referencia a lo "indie", glorifican el Kid A de Radiohead como si se tratáse de la sinfonía Eróica y para ellos no existe mejor cine que los desvaríos somnolientos de Bela Tarr ó las pretenciosas secuencias narcisistas de Michael Haneke.

La versión femenina de éstos sub-seres son generalmente unas maniaco-depresivas de cuidado, secretamente obsesionadas con las revistas de moda, un híbrido lamentable entre Amelié y Björk, y darían lo que fuera por volver a vivir en los años 80 yendo por la vida de tragedia en tragedia sumergiendo las manos en cada balde de lentejas que encuentran por la calle. Éstas (y éstos) neo-románticos le hallan significados poéticos y trascendentales hasta a una escoba y llevan dietas a base de basura orgánica que les cuesta 3 veces más que la comida normal.

"Hasta hace dos años mi mamá me vestía, ahora yo misma me compro ropa rara en Palermo Soho"

Éste tipo de subnormales también hacen parte de los que tienen un fetiche enfermizo por los gadgets tecnológicos totalmente innecesarios y estúpidos como Tablets (válgame dios, que invento tan mediocre), Smartphones, IPods, etcétera y se bajan doscientas mil aplicaciones diferentes del Android Market que no sirven para nada, y encima de todo ésto se creen con la autoridad filosófica de definir que es bueno, interesante o original y que es ordinario, vulgar y trillado.

Pues lo lamento mucho jovencitos, pero ustedes no son más que el apogeo del consumismo, la carencia de personalidad llevada al paroxismo y la idiotez extrema envasada en pequeños frascos de debilidad intelectual. Sus opiniones, criterios y posiciones no son más que un discurso gastado sustentado únicamente por la imagen intelectualoide que proyectan y detrás de la cual solamente se esconden personajes totalmente llevados por la corriente de la cultura comercial sin el más minimo ápice de criterio propio, infestados de condicionamientos culturales vacíos y presos de un estética ridícula alejada de cualquier atisbo de autenticidad.

El culto que profesan por cualquier expresión artística mediocre disfrazada de "novedad" o de "original" ya raya en lo ofensivo y la pose de "modernillos sabelotodos" se resquebraja ante la más sutil referencia histórica que confirme que, contrario a lo que muchos de ellos piensan, todo lo que ellos defienden férreamente, ya lo hizo algún otro hace mucho tiempo y mil veces mejor.

Asi que bueno, como no me interesa establecer ningún tipo de intercambio conceptual ni mucho menos relación con cualquiera de éstos tontos europeizados, puedo explayarme tranquilamente en descuartizar sus pretenciosas psiquís abiertamente en éste blog.

Próxima entrega:

El jipi del pañuelo palestino